El principio del buen paladar
Nació, creció y estudió en Chimbote, y abrigó alguna vez el sueño de ser abogado. Se vinculó con el mundo de la pesca cuando trabajaba como taxista, porque el transporte público “ya no daba para más”. Decidió entonces salir a pescar y “tomó las riendas de marinero calificado”. Un hombre decidido.
“En la pesca hice bastantes amistades y tuve buenas remuneraciones y bonitas experiencias. Pero también hubo momentos duros: tienes que viajar, buscar las lanchas en un puerto u otro; cuando llega, por ejemplo, te dicen ‘la lancha entra a Mollendo’, llegas a Mollendo y no está”, cuenta el señor Cárdenas.
Cuando tuvo que retirarse, el golpe más duro fue el económico: “Porque ya no ibas a ganar lo mismo que ganabas en la pesca: en tierra es bien difícil conseguir esos sueldos, y en el mar, como se dice, la vida es más sabrosa”.
Luego recibió las charlas de FONCOPES y se decidió por Cocina. “Me gustaba la comida, comer más que todo, e ingresé con el pie derecho, porque me hice amigo de los chefs. Tuve bastantes experiencias con ellos: les ‘robé’ un 90% de sus conocimientos”, anota con una sonrisa.
Gracias a los estudios ahora tiene un restaurante bien formado, en el que ha involucrado a su familia. Y cada vez que tiene un problema con el negocio acude a FONCOPES, que lo recibe con los brazos abiertos.
